Coleccionar Prefilatelia no consiste únicamente en recopilar todas las marcas posibles de una demarcación postal como podría ser Extremadura. El verdadero coleccionista debe llevar a cabo también una labor de médico forense, diseccionando por partes la pieza y cruzando indicios con datos y evidencias hasta dar con una interpretación plausible de lo que sucedió en un determinado lugar y momento alejado varias décadas o incluso siglos de la época presente. Esta es una de las grandezas de la Historia Postal que nos permite convertirnos en auténticos detectives del pasado.
A continuación os muestro una carta que sirve para ilustrar lo que acabo de decir:


La presente imagen muestra un sobrescrito fechado en su interior en Zarza-Capilla, provincia de Badajoz, el 16 de diciembre de 1833. Se encuentra circulado a Trujillo y dirigido al subdelegado de Policía de esa ciudad. 

El contenido de la carta es ciertamente interesante: un vecino de Zarza Capilla llamado Damián Marqués acusa ante el subdelegado de la Policía de Trujillo al juez y al teniente de la policía de la villa, en relación con ciertas negligencias en el momento de armar a los vecinos. Hay que tener en cuenta el contexto político de la época que nos sitúa en la Primera Guerra Carlista que, como es sabido, llegó a extenderse hasta Extremadura. 

Aunque este dato resultará crucial para la interpretación de la carta, nos centraremos, por el momento, en el análisis postal de la misma: 

Cualquier coleccionista de historia postal en su periodo prefilatélico, inmediatamente recurriría a los volúmenes de “Prefilatelia Española” de Manuel Tizón en su edición de 2004, con el objetivo de localizar la procedencia de la marca postal de cuño, estampada tenuemente en color rojo, en el frontal de la carta. 


Rápidamente localizará la citada marca en la población de Siruela y además se llevará una grata sorpresa, dado que la catalogación que el autor hace de esta marca es de “extraordinariamente rara” por lo que no se conocen más de 1 ó 2 ejemplares; además el catálogo establece su datación en 1840, con lo que nuestra carta fechada en 1833 adelantaría en 7 años su periodo de uso. 

Con pocos conocimientos que tenga este coleccionista sobre prefilatelia, se fijará que la marca en cuestión pertenece a las denominadas de “franqueo previo”, lo que significaba que los portes de la carta habrían sido pagados por el remitente y no por el destinatario, a pesar de que lo corriente era que fuera el receptor de la misiva quien se hiciera cargo del abono de los portes, al menos así fue hasta la aparición del sello de correos. Estas cartas franqueadas en origen eran además señaladas con un aspa de tinta en el frontal del sobrescrito, para que resaltara a primera vista que no debían abonar los portes en destino, tal y como se refleja en nuestra carta. 

¿Y a cuanto ascendió el precio del envío de la carta? Pues en el caso de las cartas con marcas de franqueo previo el porteo solía figurar en el dorso del sobrescrito, por lo que mirando el reverso, encontramos un signo manuscrito de porteo “7” (cuartos de vellón) que es lo que pagó el remitente.

Según las tarifas postales de 1 de noviembre de 1815, que eran las vigentes en 1833, el porte de una carta sencilla para el interior de la Demarcación Postal de Extremadura Baja era de 5 cuartos. La razón de que esta carta pagara 7 obedecería a que incrementaron 2 cuartos más en concepto de sobreporte, muy corrientes en aquella época en determinadas regiones y partidos, posiblemente para el arreglo de caminos. 

Una vez realizado este somero estudio postal, el coleccionista novato se conformaría, por tanto, con situar esta carta dentro de su álbum dentro de la población de Siruela y de haber deducido el porte de su envío, habiendo incluso reparado en el sobreporte que se le aplicó.


No obstante, si fuera un poco observador le llamaría la atención una anotación manuscrita que figura en el ángulo inferior izquierdo del sobrescrito donde puede leerse “Franco” con un tipo de tinta y letra diferente al que manuscribe la dirección. ¿No es redundante encontrar un “franco” manuscrito junto a su sinónimo “FRANQUEADO” con estampación de cuño? Podría ser; pero si este coleccionista además de observador tiene curiosidad e interés por el estudio y posee alguna bibliografía postal, como son los Anales de las Ordenanzas de Correo, descubrirá que la “Instrucción que deben observar los Administradores de las estafetas agregadas a las principales del reino, dada en san Ildefonso el 26 de julio de 1784”, en su apartado 16 se refiere a las localidades donde no existen administraciones de correos con marcas de cuño, estableciendo para ellas “..:que se selle o franquee, poniendo los administradores en las cubiertas la nota de franqueada con media firma.” La misma instrucción en su apartado 9 insiste en señalar la palabra Franqueado para señalar y distinguir estas cartas. 

Es evidente que esa anotación manuscrita tiene la misma relevancia postal que la de cuño y además fue impuesta en el punto del que partió la carta por el correo, por lo tanto estamos hablando de una marca inédita y, por tanto, no catalogada. La dificultad estará en conocer en que población se aplicó.
¿Podría ser la marca y el origen postal de la carta de la localidad de Zarza Capilla por ser este el lugar donde fue escrita? Todo induciría a creer que sí, si no fuera por algo que no acaba de cuadrar: 

El coleccionista e investigador meticuloso procurará siempre no dejar cabos sueltos y una de las normas principales que debe perseguir siempre, en la medida de lo posible, es la de establecer la ruta seguida por la carta. Este objetivo no siempre resulta fácil y se hace necesario la consulta de mapas postales de la época, diccionarios geográficos o de correos y otras fuentes, para saber, en primer lugar, por qué camino sacaba cada población su correspondencia. Primero situaremos la villa en un mapa lo más cercano posible a la fecha en cuestión. Así es como encontramos una lámina de finales del siglo XVIII que puede resultarnos bastante útil. 

Desde la aldea de Zarza Capilla parten dos posibles caminos, uno de ellos marcado en rojo que pasa por Siruela que es donde le fue estampada la marca de franqueo y otro en color azul que pasaría por Cabeza del Buey. 

Es evidente que la ruta seguida fue a través de Siruela. Sin embargo, para nuestra sorpresa, al consultar el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz editado en 1846, podemos leer que la población de Zarza Capilla sacaba su correo por Cabeza del Buey con un valijero dos veces a la semana. Esta dato es corroborado por el libro “Extremadura en la Historia Postal” de nuestro amigo y colaborador José Luis Guzmán, el cual explica que en 1804 la villa de Cabeza del Buey recibía la correspondencia de Zarza Capilla. 


¿Qué ocurrió para que esta carta circulase por una ruta completamente opuesta a la establecida? Llegado a este punto sólo podemos movernos en el campo de la especulación barajando, al menos, 3 opciones posibles: 

Opción 1: La carta fue depositada en manos del valijero en la propia Zarza Capilla.
Opción 2: La carta fue depositada directamente en la estafeta de Correos de Siruela.
Opción 3: La carta fue entregada al correo en cualquiera de las poblaciones que dependían de la estafeta de Siruela 

La primera de las opciones queda descartada por la sencilla razón de que si la misiva hubiera sido entregada al valijero de Zarza Capilla, ésta habría seguido la ruta convencional, es decir, a través de Cabeza del Buey, lo cual habría hecho imposible su tránsito por Siruela y la aplicación de la marca de franqueo de cuño. 

La segunda opción tampoco es razonable, dado que si los portes fueron satisfechos en Siruela no habría sido necesaria la anotación manuscrita “Franco”, ya que directamente se habría estampado la marca de franqueo de cuño de Siruela, además de haberse incorporado la marca postal de origen, cosa que no ocurre. 

Queda, por tanto solamente la tercera de las opciones posibles y es que la carta hubiera sido entregada al valijero de alguno de los pueblos agregados postalmente al de Siruela; los cuales son Baterno, Capilla, Fuenlabrada de los Montes, Garlitos, Garvayuela, Herrera del Duque, Peñalsordo, Puebla de Alcocer, Santi Spíritu, Talarrubias, Tamurejo y Villarta de los Montes. 

Por proximidad, y pura lógica (ver mapa), lo más razonable sería que la carta hubiese sido entregada en el pueblo más próximo a Zarza Capilla al valijero que llevara la correspondencia a Siruela, el cual sería Peñalsordo (distante 6 kilómetros) que realizaba la ruta 3 días a la semana (domingo, martes, y viernes) desde esta última villa y atravesando Capilla y Garlitos hasta Siruela. Esta teoría encajaría con la fecha en que fue escrita la carta (16 de diciembre de 1833) que cayó en lunes, por lo que al día siguiente saldría el correo hacia Siruela que sería aprovechado por el remitente. 

La ruta hacia Trujillo a través de Siruela era también mucho más corta que la que se haría por Cabeza del Buey ya que, mientras la primera necesitaría un total de tres cambios de valija (Cabeza del Buey, Castuera y Villanueva), la segunda ruta solo precisaría uno en la villa de Siruela. 

Aunque la opción del origen postal de la carta en Peñalsordo sería la más probable, según mi criterio, no se descartaría que hubiera podido ser depositada en el correo en Capilla o en Garlitos, que son los siguientes pueblos más próximos a Zarza Capilla en la ruta seguida hacia Siruela. 

Como resumen de lo dicho (y reconociendo que en esta teoría hay algunas dosis de hipótesis) tras haber realizado la autopsia del sobrescrito concluiríamos que: 

Diego Marqués, vecino de Zarza Capilla, quizás por sus fuertes principios liberales o por meras rencillas personales, desea denunciar nada menos que al juez de la villa y al teniente de la policía ante el Subdelegado de la Policía de Trujillo. El denunciante trata de actuar con toda la discreción posible y no llamar la atención con su actitud para que no se enteren los afectados, quienes además serían de los personajes principales de la población; para ello, con la intención de que sus vecinos no le vean entregar una carta dirigida a la máxima autoridad policial del partido y que pueda llegar a correrse la voz de su condición de “chivato”, acudirá al cercano pueblo de Peñalsordo, donde además pagará los portes de la carta para así asegurarse de que no será rechazada por su destinatario, y por lo tanto devuelta a su origen. El valijero de Peñalsordo practicará el aspa de tinta y la anotación “franco” como evidencia de que los portes fueron pagados por el remitente. La carta atravesará posteriormente Siruela donde se le estampará una nueva marca de franqueo, corroborando el manuscrito y llegará finalmente a Trujillo. 

Todo lo que pudo llegar a pasar a partir de ese momento es algo totalmente desconocido para nosotros. Sin embargo hemos podido convertirnos por un momento en Sherlock Holmes o en el doctor House mientras practicamos nuestra afición favorita. 

Escrito por
David González Corchado