Análisis de los elementos postales contenidos en las cubiertas de las cartas.
La expresión “recibido de merced” (Rdo de md) significa inequívocamente que había sido entregada sin coste alguno para el destinatario, es decir, franca de porte.
La vinculación de estas marcas a la correspondencia en la que se producía la intervención de los correos mayores, así como la existencia de diferentes anotaciones de franquicia para otro tipo de autoridades e instituciones que nos consta recibían franca su correspondencia en aquella época, como la del Real Servicio, la privativa del monarca o la de los Tribunales del Santo Oficio de la Inquisición, nos hace suponer que esta representación de franquicia era exclusiva de los correos mayores, no solo del Correo Mayor General, sino también de los de las distintas villas, ciudades y territorios por ellos administrados. Esta práctica se puede comprobar también observando algunos sobrescritos del archivo Simón Ruiz donde existen utilizaciones tempranas de la marca.(2)
La abreviatura de certificación “cefon” es el denominador común y signo distintivo de cualquier carta certificada de los años y siglos posteriores hasta 1850. Sobre su significado y naturaleza entraremos cuando analicemos la segunda de las cartas descritas.
Nos centraremos, por tanto, en la primera parte de la anotación: “Vaya A Rdo”, donde el significado de la abreviatura, tras haberlo sometido también a un examen paleográfico, no nos ofrece ninguna duda de que se corresponde con la locución adverbial “a recaudo” cuya definición según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua sería “Bien custodiado, con seguridad”. Dicha definición se ilustra con un ejemplo: “Estar, poner a buen recaudo”.
No es en absoluto habitual encontrar este tipo de anotación manuscrita en el frontal de un sobrescrito (esta es la primera que vemos). Su traslación al ámbito histórico-postal implicaría que dicha carta recibió un tratamiento individualizado y que fue apartada del resto de la correspondencia ordinaria junto a la que viajó, con la finalidad de preservar intacto su contenido al ser entregada a su destinatario. Este elemento es clave y trascendente, ya que la citada anotación evidencia uno de los rasgos definitorios más importantes del correo certificado en la época moderna, cuya existencia en los siglos XVI y XVII ha sido puesta en duda por algunos autores.
Las Pedroñeras – La Coruña (28 de enero de 1599)
Esta forma de encabezar los frontales no solo dotaba al envío de prioridad absoluta respecto al resto de correspondencia portada por el correo; sino también respeto y reverencia ante la palabra otorgada por el Rey, así como sumisión y acatamiento a su contenido. Un despacho con órdenes directas del monarca no debía perderse y, por tanto, las precauciones para el encaminamiento a su destino debían extremarse al máximo.
Es por ello que este tipo de cartas viajarían, desde la Edad Media, generalmente a través de correos extraordinarios (es decir, correos contratados y enviados expresamente a un destino y pagados en función de la distancia recorrida y la velocidad empleada), a los cuales se les solía exigir certificación (documento que acreditaba que había cumplido con las condiciones pactadas, del número de leguas existentes, velocidad, tasación del viaje...) y recibo por parte del destinatario.
No obstante, con la implantación de los ordinarios y las estafetas en la segunda mitad del siglo XVI, los correos mayores y la propia administración tratarán de utilizar este nuevo sistema mucho más económico para realizar tales envíos en detrimento del envío de correos extraordinarios. Ante este tipo de correspondencia de Estado deberán tomarse las medidas oportunas para que las órdenes del monarca, así como otros documentos oficiales puedan ser despachados ágilmente y con seguridad cierta de que llegarán a su destino, cosa que la infraestructura postal de aquel entonces no estaba en condiciones de garantizar en la correspondencia común; es por ello que será necesario desarrollar una nueva forma de articular el envío de ciertos documentos que será el correo certificado.
En nuestra opinión, la firma del Correo Mayor
o de su teniente, es un elemento que, si bien parece ser definitorio en los primeros años de las certificaciones postales, se acaba convirtiendo en potestativo con el paso del tiempo. Opinamos que la única razón de tal anotación en este tipo de sobrescritos es la de hacer valer la autoridad de quien exige la certificación y acuse de recibo en destino, así como la de certificar haber recibido la carta asumiendo la responsabilidad de su custodia en origen. A lo largo del siglo XVII, con la difusión del correo certificado entre el resto de estafetas del reino se se fue prescindiendo de este requisito en favor del más práctico de la anotación del lugar de partida, donde posteriormente debería llevarse el recibo.
Interpretación postal de las cartas
Es muy probable que la carta fechada en Valladolid realizara la primera etapa del viaje, hasta León, mediante el sistema de estafetas, es decir, usando el servicio postal regular entre diferentes localidades según el cual distintos correos que cubrían el trayecto entre dos postas, se relevaban las valijas de correspondencia. Una vez en la Casa del Correo Mayor de León es muy posible que este sobrescrito le fuera entregado al correo ordinario que enlazara esta ciudad con La Coruña. En todo caso el servicio sería realizado dentro de la red oficial de correos y no mediante el despacho de un correo extraordinario, como venía siendo habitual hasta aquella época.
La carta fechada en Las Pedroñeras, como ya hemos dicho, realizaría la primera parte del trayecto en el interior de un pliego con más correspondencia y despachos dirigidas a la Corte de Madrid, portado por un correo extraordinario despachado expresamente para tal fin o aprovechando el tránsito del correo ordinario de Valencia. Una vez en Madrid, la carta sería certificada por el teniente del correo mayor y despachada por la red postal oficial (ordinarios y estafetas) hasta La Coruña, siguiendo un proceso e itinerario parecidos a la anterior.
Continuará
REFERENCIAS
(1): AHN,Inquisición,1927,EXP.11
(2): ALONSO GARCÍA, Fernando: El Correo en el Renacimiento Europeo. Estudio Postal del Archivo Simón Ruiz (1553-1630). Madrid, 2004, p. 509
(3): Anales de las Ordenanzas de Correos de España. Madrid, 1879. Tomo I, pp 40-44.
(4): AHN, Nobleza, frías,C.64,D.1. 1 y 2.
DESCRIPCIÓN DE LAS IMÁGENES
Imagen 6: trazos cruzados manuscritos.
Imagen 7: Sobrescrito circulado entre Madrid y Cuenca el 19 de julio de 1652, con trazos cruzados manuscritos en señal de franquicia. AHN,Inquisición,1927,EXP.11
Imagen 8: Detalle del texto interior del sobrescrito precedente.
Imagen 9: Es del Servicio de Su Majestad.
Imagen 10: Vaya a recaudo y certificación
Imagen 11: Firma sin rúbrica “Tassis” (Juan de Tassis y Acuña)
Imagen 12: Por el Rey
Imagen 13: Certificación
Imagen 14: Rúbrica sin firma de Juan del Monte Pichardo, teniente del Correo Mayor General.
Imagen 15: Firma y rúbrica de Juan del Monte Pichardo.
Imagen 16: Sobrescrito certificado circulado entre Madrid y Trujillo el 15 de mayo de 1652, con anotación “Certificación a Madrid”, más antiguo conocido con la especificación del lugar de origen (Archivo Histórico Municipal de Trujillo).
Escrito por:
David González Corchado
Esses estudos são de grande valia a nosotros qui tratamos com documentos, muy buena explanacion, parabenos a postagem, saludos
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