El correo aéreo por dirigible, que se desarrolló en el primer tercio del s. XX, nos ha dejado el testimonio de múltiples piezas postales, de indudable interés para colecciones tanto de aerofilatelia como temáticas; y nos ha legado uno de los más apasionantes objetos de estudio histórico - filatélico. Esta modalidad de correo aéreo surgió en Alemania, cuando el Conde Ferdinand von Zeppelin (Constanza, 1.838 – Berlín, 1.917) perfeccionó sus dirigibles rígidos, al punto de hacerlos fiables para sostener un servicio de transporte regular de pasajeros y de correspondencia. Los primeros dirigibles portearon correspondencia de modo experimental, sobres y tarjetas - recuerdo o benéficas, como ocurría con el correo cursado por globo. El primer dirigible que transportó correspondencia con sus marcas especiales fue el LZ-6, en junio de 1.910. Los sucesivos dirigibles Zeppelin integrados en la primera compañía aérea del mundo, la D.E.L.A.G. (Deutsche Luftschiffhartsgesellschaft), portearon una cuantiosa correspondencia aérea antes y sobre todo después de la Primera Guerra Mundial. El Tratado de Versalles de 1.919 impuso a Alemania, como potencia perdedora de la Gran Guerra, la prohibición (entre otras muchas) de construir aviones, lo cual hizo que se pusiera más empeño en el desarrollo del dirigible para el transporte aéreo civil. La época dorada de los dirigibles corresponde al periodo de 1.928 a 1.936, tiempo en que prestó sus servicios sin un solo contratiempo el LZ-127 “Graf Zeppelin”. Esta nave fue dedicada fundamentalmente a realizar vuelos internacionales por todo el mundo, más de 600, volando una distancia total superior a los dos millones de kilómetros. En estos años aparecen en todo el mundo numerosas emisiones postales dedicadas al correo aéreo por dirigible, además de un sinfín de marcas postales especiales que conmemoran cada uno de sus viajes.

Entre los vuelos memorables del “Graf Zeppelin” que afectaron a España destacaremos el llamado “Viaje sobre el Mediterráneo”, un viaje de exhibición que tuvo lugar en abril de 1.929, en el que la nave recorrió varios países del Sur de Europa y del Norte de África. En España, la nave sobrevoló la costa gallega, Huelva, Sevilla y Barcelona, sin hacer escalas. Pero mucho más importantes, desde el punto de vista del correo aéreo español, fueron los vuelos transoceánicos que ésta nave hizo regularmente al continente americano, desde octubre de 1.928 y hasta 1.936. La singladura habitual del “Graf Zeppelin” en estos viajes era la siguiente, aprovechando al máximo las corrientes de aire del Atlántico: salida de Friedrichshafen (Alemania), escala en Sevilla, paso por Cabo Verde y llegada a Pernambuco (Brasil). Tras un breve paso por Río de Janeiro, viaje hacia el Norte del continente, hasta Lakehurst (New Jersey, EE.UU.), y retorno a Europa cruzando el Atlántico, con nueva escala en Sevilla. Entre 1.928 y 1.933 el “Graf Zeppelin” hizo sus escalas en Sevilla cada vez que volaba a América o cuando volvía de allí. Como consecuencia de ello, el correo por dirigible desde España a América o a Alemania comenzó a expedirse, y a recibirse, en cantidades moderadas. Nunca fue un servicio masivo de correo aéreo, por causa de su precio. En efecto, este servicio de correo aéreo era más bien caro para su tiempo, si bien presentaba la ventaja de asegurar una entrega de la correspondencia mucho más rápidamente que por barco. Podemos ver, a modo de ejemplo, las tarifas que fijó la R. Orden del Mº. de Gobernación de 9 de mayo de 1.930: para Brasil, 4 ptas. las postales, y 8 ptas. las cartas ordinarias de hasta 20 gramos; y para EE.UU., el doble de estos precios. Lo dicho, un dineral para aquellos años. Aparte de todos los viajes referidos, el “Graf Zeppelin” hizo un vuelo especial a España entre los días 15 y 17 de abril de 1.930, pasando por Sevilla a la ida y por Barcelona a la vuelta. El único lugar en que tomó realmente tierra la nave en este vuelo fue Sevilla, donde estuvo posada la nave un par de horas para ser contemplada por la multitud de curiosos que allí se congregaron. El Rey D. Alfonso XIII y su familia fueron invitados a recorrer la nave. Con motivo de este viaje, se estamparon en las cartas que traía la nave de Alemania unas marcas alusivas, tanto a Sevilla como a Barcelona. La nave dejó de posarse en suelo español tristemente en 1.933, cuando las circunstancias de desorden público que reinaban en nuestro país hicieron poco aconsejable mantener la escala de Sevilla para la compañía D.E.L.A.G..


 
Puede decirse que España perdió una gran oportunidad, desde el punto de vista postal y filatélico, para haber dejado su impronta con una emisión (o varias) de sellos de correo aéreo especial, para la cuantiosa correspondencia que en aquellos años (1.928 a 1.933) viajaba en dirigible, y que hoy haría las delicias de los coleccionistas de nuestro país. España es el único país europeo o americano por el que habitualmente pasaba el dirigible “Graff Zeppelin” que nunca emitió un solo sello relacionado a la correspondencia que cursaba la nave, ni hizo sobreimpresiones sobre otros existentes, con la dudosa excepción que en seguida veremos. La cuantiosa correspondencia enviada en aquellos viajes a América iba normalmente franqueada con sellos de serie básica de Alfonso XIII, tipo “Vaquer” de frente o de perfil, como podemos ver en la carta que reproducimos (fig. 1). Tampoco tuvo España marcas postales especiales conmemorativas en relación a estos viajes. Podemos afirmar que las administraciones postales españolas, tanto monárquicas como republicanas, desdeñaron totalmente las emisiones postales relacionadas al correo aéreo por dirigible, lo cual no es comprensible desde un punto de vista práctico, ya que existía un correo aéreo regular por dirigible; ni desde un punto de vista comercial, pensando en los coleccionistas.

Existió algún intento “pintoresco” de emisión de sellos de este tipo, que quedó frustrado. Concretamente, con motivo de un viaje proyectado del “Graf Zeppelin” a Barcelona el día 7 de mayo de 1.933, se sobreimpresionaron dos sellos (Salmerón, Edifil nº 671, y Vista de Cuenca, Edifil nº 673) con este texto: “PRIMER CORREO / DEL / ZEPPELIN / EN / BARCELONA / 7-V-1933” (fig. 2). La visita nunca tuvo lugar, y los sellos con tal sobreimpresión jamás circularon. En el Catálogo Especializado Edifil aparecen calificados estos sellos sobreimpresionados como “Fantasías”, como podemos ver en la imagen nº 2. De ahí podemos deducir que las sobreimpresiones debieron de ser no oficiales, sino la ocurrencia de algún particular, posiblemente algún comerciante filatélico de Barcelona. Al no producirse jamás la arribada del dirigible a su ciudad, el autor de la sobreimpresión seguramente archivó sus sellos donde no se vieran mucho y esperó a futuros eventos para sacar otros “inventos” filatélicos con que especular. No habría de esperar mucho el comercio filatélico en general a un terrible “evento” que comenzó tres años después y que durante otros tantos años dio lugar a montones de emisiones filatélicas “locales” o “patrióticas” especulativas, algunas oficiales y otras particulares.


Solamente aparece en España un sello con el motivo de un dirigible como imagen principal, de valor 2 ptas. y color naranja, integrado en la serie “Historia del Correo” de beneficencia de 1.938 (Edifil nº 26), zona franquista (fig. 3). Después aparecieron otros ejemplares similares con sobreimpresiones de cambio de precio, además de los ejemplares sobreimpresionados con los nombres de diversas colonias españolas de la época. Estos sellos benéficos fue objeto de múltiples usos, excepto para el correo aéreo por dirigible, porque en el momento en que aparecieron, por desgracia, ya no surcaban los cielos los grandiosos aeróstatos. Tras la famosísima explosión del “Hindemburg” en Lakehurst, en mayo de 1.937, sólo quedaba en activo un gran dirigible, gemelo suyo, el “Graf Zeppelin II”. Este no salió de Alemania apenas y se destinaba en aquellos años a oscuros usos militares por el régimen de Adolf Hitler, a quien, al parecer, no le hacían mucha gracia este tipo de aeronaves. España, lamentablemente, llegó con diez años de retraso al universo del sello de correo aéreo por dirigible. En cambio, tenemos la única emisión del mundo de sellos de correo submarino, extravagancia postal de 1.938, emitida por la II República Española para sacar dinero al coleccionista, en provecho de sus maltrechas arcas públicas. Estos sellos (y hojitas, por supuesto, con y sin dentado) no obedecían a un servicio postal real y práctico, al punto que es más que dudoso que se cursara correspondencia con estos sellos en un solo viaje de ida de Barcelona a Mahón en submarino. En algunas cosas nos quedamos cortos, y en otras nos pasamos…
 
Escrito por
Jesús González Herrera, Presidente de FEFIEX
publicado en la Revista “Norba Filatélica”, Número 5 junio 2011